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Detrás de las criptomonedas está el blockchain. Esta tecnología, que ya es presente y tiene un gran futuro por delante, se está utilizando ya en otros ámbitos. El Colegio de Abogados de Burgos ha puesto en marcha un proyecto para emitir certificados mediante blockchain, garantizando su validez y autenticidad. Sobre sus posibilidades y sobre innovación en la abogacía hablamos con su decano, Guillermo Plaza.

¿En qué consiste el proyecto de autentificación de documentos basado en blockchain desarrollado por el Colegio?

Se trata de utilizar esta tecnología para emitir los certificados del Colegio y resolver algunos de los problemas que existían, como el de validez de estos. Por ejemplo, un certificado de pago de las cuotas colegiales demuestra que en ese momento estabas al día, pero tres meses después ya no se sabe si es cierta esa información. A través del certificado blockchain -que es la tecnología que utiliza el pasaporte COVID- puedes acreditar en cualquier momento su validez. También evita falsificaciones de títulos y suplantaciones de identidad, así como la necesidad de compulsarlos, porque esta tecnología ya los autentifica.

Además, el Colegio tiene un control absoluto sobre las certificaciones emitidas: sabemos cuántas hemos emitido y cuáles están vigentes. Y otras entidades pueden examinar su veracidad a través de una plataforma muy fácil de manejar y que ofrece garantías sobre los documentos firmados.

¿Cuáles serán sus principales aplicaciones?

Se va a utilizar en todos los certificados que sean más o menos habituales en el Colegio, así como en la emisión de títulos de formación. La tecnología ya está implantada, estamos rematando detalles y en poco tiempo podremos emitir todos los certificados así. En las pruebas realizadas hasta el momento no hemos visto problemas.

Pero el blockchain tiene muchísimas más aplicaciones, aunque nosotros todavía no las vamos a introducir. Por ejemplo, puede servir para el voto electrónico o para comprobar la vigencia del carnet de colegiado. En definitiva, le veo las mismas aplicaciones que tiene el pasaporte COVID, pero aplicado a los Colegios de Abogados.

¿Qué recibimiento ha tenido el proyecto entre los colegiados?

En un primer momento les sorprende y no llegan a entender su utilidad, pero cuando ven la agilidad del sistema y comprueban que el certificado que reciben por email tiene validez absoluta, lo ven muy útil.

Las certificaciones con blockchain suponen un paso más: de la firma manuscrita se pasó a la firma digital, pero cada una te valía solo en un ámbito, mientras que la certificación por blockchain puedes usarla tanto en un entorno físico como digital. Además, da una imagen innovadora del Colegio.

A la vista de esta experiencia, ¿sería útil esta tecnología en los despachos?

Sí, puede serlo. Por ejemplo, para los acuerdos transaccionales o para determinados convenios entre las partes. Pero creo que va a tardar más en llegar a los abogados, porque tiene que haber una entidad certificadora que dé el servicio. En este sentido, podría ser más útil a nivel del Consejo General de la Abogacía, para emitir certificados, títulos…

Un impedimento para su desarrollo es el desconocimiento y, como consecuencia, la desconfianza. Ocurrió lo mismo con la firma digital, hasta que no se le dio más visibilidad la gente no la empezó a utilizar. El uso del blockchain en la abogacía no es algo inmediato, pero de aquí a unos años sí se extenderá. En mi caso, el gran paso para comprender las certificaciones por blockchain ha sido el certificado COVID. Pero insisto, es muy difícil entenderlo sino se ve. Cuando empiece a tener más visibilidad, posiblemente en uno o dos años, los compañeros empezarán a ver su utilidad.

¿Cómo debería ser tecnológicamente el abogado del siglo XXI?

Mezclando el pasado con el futuro, que haya un equilibrio. No todas las tecnologías que vienen son útiles y no se puede perder la esencia del ejercicio, tenemos que dar ese valor añadido que nos quita la inteligencia artificial. Habrá que implantar poco a poco determinadas aplicaciones que nos sean útiles de verdad. Pero sin volvernos locos, pues la transición tiene que ser adecuada al ritmo de cada uno para no cometer errores.

¿Están preparados tecnológicamente los despachos de abogados?

Yo creo que sí. Tenemos una capacidad de adaptación impresionante, aunque no seamos conscientes. Nos hemos amoldado a Lexnet, hemos acogido las videoconferencias en las vistas, en su momento pasamos del fax y las copias en papel al correo electrónico, al WhatsApp… Reitero, tenemos una capacidad de adaptación impresionante. Muchísimo mayor que la de otros colectivos, porque en ello nos va nuestro trabajo. Si no nos adaptamos no podemos seguir.

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