La Navidad suele considerarse una época de ilusión y descanso para el común de los mortales, pero para nosotros los abogados, de firma o empresa, rara vez es así. El final de año viene acompañado en nuestra profesión de múltiples tareas que concluir, de encargos sorpresa de última hora, y de prisas y nervios por finalizar y tomar el merecido descanso navideño con nuestros seres queridos, y ello si tenemos esa posibilidad. Aún recuerdo, no sin cierto trauma, mi primer año en una gran firma cuando el día 23 de diciembre nos notificaron la apertura de un procedimiento inspector a un importante cliente y estuvimos todo el equipo trabajando aquellas Navidades en lugar de tomar las vacaciones.

Otro ejemplo son los capítulos navideños de Suits y The good wife; en la primera, la extraordinaria personalidad de sus intérpretes y la flexibilidad, capacidad de negociación y también aversión al riesgo hacen que sea un reflejo, ciertamente distorsionado, de nuestra profesión, de la vida en una firma y de las relaciones entre los abogados jóvenes y sus mentores. La segunda es una obra maestra de la televisión. La historia de Alicia Florrick y sus compañeros de despacho va ganando profundidad y calidad conforme transcurren sus siete temporadas.

La serie tiene la virtud de tratar temas de indudable actualidad jurídica y social (el copyright, el bitcóin, el blanqueo de capitales, las startups, la corrupción política), pero a la vez narra con una precisión excepcional la vida en una gran firma de abogados en Chicago, las tensiones y competitividad entre los asociados para convertirse en socios, la toma de decisiones en el despacho –si aceptar o no clientes–, el reparto del trabajo, los bonus e incentivos salariales, en definitiva, toda esa “hoguera de las vanidades” que rodea el mundo de las firmas legales.

En lo referente a películas, son muy recomendables y navideñas los clásicos Recuerdo de una noche, de M. Leisen, donde una ladrona de joyas y el fiscal que la ha detenido pasan juntos las Navidades, y De ilusión también se vive, de G. Seaton, donde nada más y nada menos que se enjuicia a quien dice ser Papá Noel. Otras películas navideñas que pueden suscitar apunte legal son la romántica y maravillosa The holiday, con un intercambio de viviendas como inicio de trama, y una de las mejores películas de la historia del cine que se desarrolla en Nochevieja, El apartamento, de Billy Wilder, y que también plantea la cesión de inmuebles, en este caso a compañeros y jefes de oficina.

La lista podría continuar con películas navideñas modernas como Love actually y Serendipity, o Plácido y Qué bello es vivir, entre las clásicas, pero, lamentablemente, no hay más espacio y ya solo toca desearles a todos una muy feliz Navidad.

Jose Luis Luceño Oliva, profesor de Loyola Másteres.